-Verás, Edmundo, tenía miedo de no haberte contado que la vida está bien.
-Sí lo has hecho. Por eso, porque está bien, no quieres que me la quiten.
Su madre no había escuchado el final de la frase. Se había llevado el vaso frío a las mejillas y, como si no hablara con él, decía:
-¿Verdad que hace calor?
-He leído un juramento en una novela -le dijo casi al oído.
-¿Cómo es? -preguntó Edmundo.
-"Júrame que, mientras la sangre palpite, serás fiel a lo que vamos a inventar."